Allá, por esos tiempos anónimos
en donde los nombres
eran como hilos de fuego,
allá, en esa zona insondable
de los imperceptibles recuerdos,
ya todo te nombraba,
como naciendo en el viento...
Aún no se habían pronunciado
ningún acorde emocionado, y
ninguna escala del pentagrama
al mundo se estaba ofreciendo,
pero tú eco hacía flama,
navegando suavemente
por el universo...
Ya todo te nombraba
apretado en el aliento
de una boca inmensa y sabia,
que emanaba efluvios
como de una esencia
poderosa y mágica...
Antes de cualquier
tímido balbuceo,
ya todo te nombraba
con el acento cálido
que acercaba la noche a la mañana...
Yo sabía que estabas
flotando como amapola callada,
entre los espacios inconexos
de un azul que te eternizaba...
Ya todo te nombraba,
para el que quería escuchar
de entre las zonas calladas
se aproximaba tu ser,
que más que nombre era
una sublime palabra...
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