sábado, 28 de mayo de 2011

Perdóname...

Quisiera tener una alfombra
mullida y gigante
para que tus pasos
se suavicen hacia el camino
de la tristeza y el dolor.
Me gustaría cubrir tus arterias
de tiernas caricias
para que no sufra tu corazón.
Anhelo ser tu mínimo consuelo
en los momentos
que grita tu alma,
y yo llego, presta y rápida
a enjugar tus lágrimas
compartidas por los dos.
Deseo que pueda ayudarte
que pueda brindarte,
la copa que entibie tu sinsabor.
Pienso y siento impotencia,
por no ser la propia ciencia
que acuda a tu vida
con la sabiduría legítima
del ser humano que vive,
que lucha, por la humanidad.
Tan sólo soy tu amiga,
una persona querida
que siente la necesidad
de brindarte cariño,
de darte el ánimo
que a veces no podemos encontrar.
Perdóname por no ser
ese mago que digita la suerte,
que maneja el destino,
que saca de la galera
palomas de distintos colores,
perdóname por no ser
ese hechicero que puede
hacer milagros con las manos,
que transforma con el alma
y su fuerza mágica,
la triste realidad
que hoy te produce tantas
y tantas lágrimas...
Perdóname,
me gustaría hacer más...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman



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