Desde tu sonrisa
a tu fruncido seño,
con un poco de paciencia
te robé un te quiero,
no pudiste resistir
a esa caricia tierna
que venía a encender
tu apagado tiempo...
Te abandonaste a mí,
escuchaste mi llamado
que te nombraba
con la voz serena
de un profundo abrazo...
Recuperé tu ser,
recuperé tu amor,
tan escondido
en tu arisco corazón...
Te robé un te quiero
de tal manera
que ni tú te diste cuenta,
yo sabía que lo tenías
muy dentro,
me lo decía tu especial
silencio...
Te robé un te quiero
que emergió del alma,
como no darse cuenta
que en tus ojos
un sol de amor brillaba...
Te robé un te quiero,
que me condenen
en el cielo,
por robártelo,
soy una ladrona de amor
que a tu corazón
le devolvió lo que robó...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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