De rodillas... de Raquel Norma Smerkin Roitman
Podría hablarte
desde mi erguida hu ...manidad,
podría montarme
en un caballo blanco
y hacerte sentir
un simple garabato
de infelicidad...
Pero no es el caso,
asumirme criatura hidalga
presumida de exigencias,
pretendiendo de la vida
siervos ante mi altiva presencia...
Nada más lejos, nada menos cerca,
de lo que yo siento,
y no es que me auto humille,
o me crea despojos sin valor,
tan sólo es la sagrada humildad
de sentirme una pequeñísima parte
de tanta multitud, de tanto
vivir y soñar...
Soy sierva de mi vanidad,
soy obrera leal de mi verdad,
de allí mi profundo sentir
cuando entiendo que el hecho
de estar vivo y vivir,
es esencialmente para servir...
Desde que me di cuenta
que hacer algo por otros,
es lo mismo que hacerlo por mí,
que no puedes subsistir
aislado en una torre de cristal,
que la vida es dar
y luego recibir
como recíproco juego
para poder seguir...
Podría hablarte de pie,
subida a un pedestal
construido por la ilusión
de ser mucho más
de lo que soy,
pero me dirijo a ti
que me estás escuchando,
a ti que me estás leyendo,
a ti camarada del camino largo,
de rodillas y sin preámbulos,
de rodillas y sin escatimar agravios,
de rodillas porque te debo
que estés allí,
acompañando mi sentir...
No es un acto de clemencia
el que me insta a arrodillarme,
es simplemente el amor
que me hace bajar el corazón
para que tú puedas escucharle...
De rodillas, y sin temor a avergonzarme...
sin mentiras, sin falsas posturas,
así, lo digo una y otra vez,
de rodillas...
porque es un acto de entrega,
porque es un acto de amor
el que me lleva a arrodillarme...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
Podría hablarte
desde mi erguida hu ...manidad,
podría montarme
en un caballo blanco
y hacerte sentir
un simple garabato
de infelicidad...
Pero no es el caso,
asumirme criatura hidalga
presumida de exigencias,
pretendiendo de la vida
siervos ante mi altiva presencia...
Nada más lejos, nada menos cerca,
de lo que yo siento,
y no es que me auto humille,
o me crea despojos sin valor,
tan sólo es la sagrada humildad
de sentirme una pequeñísima parte
de tanta multitud, de tanto
vivir y soñar...
Soy sierva de mi vanidad,
soy obrera leal de mi verdad,
de allí mi profundo sentir
cuando entiendo que el hecho
de estar vivo y vivir,
es esencialmente para servir...
Desde que me di cuenta
que hacer algo por otros,
es lo mismo que hacerlo por mí,
que no puedes subsistir
aislado en una torre de cristal,
que la vida es dar
y luego recibir
como recíproco juego
para poder seguir...
Podría hablarte de pie,
subida a un pedestal
construido por la ilusión
de ser mucho más
de lo que soy,
pero me dirijo a ti
que me estás escuchando,
a ti que me estás leyendo,
a ti camarada del camino largo,
de rodillas y sin preámbulos,
de rodillas y sin escatimar agravios,
de rodillas porque te debo
que estés allí,
acompañando mi sentir...
No es un acto de clemencia
el que me insta a arrodillarme,
es simplemente el amor
que me hace bajar el corazón
para que tú puedas escucharle...
De rodillas, y sin temor a avergonzarme...
sin mentiras, sin falsas posturas,
así, lo digo una y otra vez,
de rodillas...
porque es un acto de entrega,
porque es un acto de amor
el que me lleva a arrodillarme...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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