viernes, 27 de mayo de 2011

La dueña de las flores...

Era la dueña de las flores,
en su corazón cultivaba
hermosos jardines de amor.
Por las mañanas salía
con su regadera de sol,
a dar luz a sus bellos hijos
que cuidaba con devoción.
Nunca le faltaba
en los labios una canción,
para que florezcan sanas
llenas de vida y esplendor.
Aunque algunos días
no tenía ganas de regarlas,
nunca las abandonaba
porque se arruinarían sus pétalos
suaves e indefensos.
Así en la misma vida pasa,
cuando amamos y nos aman
nunca dejar de poner voluntad
en cuidar de nuestras plantas,
protegerlas de las heladas,
cubrirlas de los vientos,
acariciarlas cuando el sol
les va dando color a tiempo.
La dueña de las flores
no ignoraba que si dejaba
abandonados esos
hermosos jardines de amor,
se secarían sus plantas,
se moriría el amor...
Aquello que abandonamos
porque nos cansamos,
aquello que dejamos
a un lado por desdén,
tarde o temprano
se convertirá en un
recuerdo tirano,
porque perderemos
los jardines del amor
los jardines más sublimes
y sagrados...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman


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