lunes, 16 de mayo de 2011

Qué pena me da todo ese cielo para un alma sin consuelo...

No supe jamás de privilegios,
ni tuve la facilidad de ser feliz,
soy una madeja desarmada
que necesita ser ovillada
con paciencia.
Estoy enredada en
mis propias ansias
que derraman la locura
de su lana angustiada.
Pareciera que nada
me desovilla ni consuela,
ni el sol, ni el viento
ni la hermosa primavera,
vengo de tierras áridas,
en donde era todo
soledad y desierto.
Pues, ahora dejaré
de ser lana,
me verás volar
pero con las alas secas,
planear con tristeza,
tratar de ser un cóndor
poderoso,
hasta estrellarme en
la primer montaña
que me corte en dos
mientras con mi vuelo
serpenteo.
Qué pena me da
Todo ese cielo
para poder volar,
todas esas cimas
para poder desde allí brindar
mi arrogante poder
para nada hospitalario
porque está sediento.
Soy esa madeja desarmada
con aroma a insegura
nostalgia, un poco todavía,
soy ese cóndor arrogante
que no supo usar sus alas,
porque se transformó en
estrella casi apagada
en un inmenso cielo
que lo desterró de
su propio vuelo...
Qué pena me da
todo ese cielo
para un alma sin consuelo.
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman




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