lunes, 30 de mayo de 2011

Si pudiera comprar la alegría...

Si pudiera comprar la alegría
en una gran feria
en donde colgaran del cielo
hermosas fantasías,
las compraría todas
para llevarlas conmigo,
para que nunca me falten,
muy dentro de mi espíritu,
repartiéndola a mis amigos.
Pero sabemos que no son
de las cosas que se compran,
no están en el listado
de productos con precio
acordado, que llevan
los mercados.
La alegría no es un bien,
es un don que poseen
los que a la vida la llevan
dispuestos a disfrutar
de sus placeres.
Si pudiera comprar la alegría
en una gran feria
de bienes espirituales,
las dispersaría por todos
los seres que no la conocen
que no la tienen,
que no saben lo que se siente
cuando ella viene
y te invade el alma
con su energía, repentinamente.
Porque la alegría es así
coqueta y saltarina,
tiene manos de mariposas
y piernas de contorsionista.
La alegría no es esquiva,
nosotros la olvidamos
cuando se nos nublan los ojos
de tanto estar llorando.
Si yo pudiera comprar la alegría
como un producto más
en el mercado de la vida,
seguro que no alcanzaría el dinero,
porque anda escaseando
en el mundo entero.
Grandes esfuerzos económicos
haría, para que a nadie le falte
así como el pan de cada día...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman


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