viernes, 20 de mayo de 2011

Desvísteme ante Dios...

Cámbiame el atuendo que llevo
de esta piel de río estacionado,
pónme el ropaje de mar bravío,
...hazme sentir la furia viva
del torrente de sal y viento.
Desvísteme, para vestirme
de los más apasionados sueños,
Si no lo haces tu
con tus dienes de tiburón
embravecido,
quién a de hacerlo...
Llévame a las profundidades
donde las plantas acuáticas
y las caracolas,
nos darán la fuerza
para seguir amándonos
con esas ansias locas
de las primeras horas...
Desvísteme ante Dios,
que luego de emerger
de sus aguas,
las que el creó,
elevaremos nuestras almas
hacia el cielo,
del cual él también es dueño,
para pedirle,
después de amarnos,
humildemente, perdón...
Perdón por dejarnos de sentir,
por abandonar la pasión,
por no entregarnos ante él
con todo el corazón...
Perdón por ser tan
poco humanos,
por no vivir nuestro amor,
con la intensidad
que esperaba Dios...
Perdón por las horas gastadas al frío,
por no demostrar cariño,
por desperdiciar el sentimiento,
por dejarnos morir
frente a él, sin ánimo, sin fe,
con este amor moribundo,
al que no le quedan
ni siquiera los silencios profundos
de los espíritus limpios
que se entregan de cuerpo
y alma, ante él, así,
desnudos...
Por ello es que te pido;
Desvísteme ante Dios...
el quiere vernos unidos
unidos en un sólo ser
amandonos eternamente...
Desvísteme hoy...
ante Dios...
quién sino tu, ha de hacerlo...
No demores más,
desvísteme por favor...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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