viernes, 27 de mayo de 2011

Hoy por ti, mañana por mí...

Un amigo siempre tiene
dentro nuestro
ese hueco exacto
...para recibir su corazón.
Para un amigo nunca
es tarde,
para acariciarnos el alma,
para besarnos las penas,
un amigo tiene las vendas
para curar nuestras llagas,
tiene el agua destilada
que sale de su amor...
Un amigo siempre
llega a tiempo,
aunque se demoré
por no saber qué nos pasa,
allí está con las manos alzadas
para abrazarnos fuertemente,
para calmar con su cariño
ferviente, nuestro dolor.
Cuando nos ve tirados
y sin armas,
en el campo de batalla,
nos lleva arrastrando
nuestro cuerpo moribundo,
porque la fe de la amistad
le da fuerzas para salvarnos
del horror...
Un amigo, es un árbol digno
que espera calmo,
sin vernos por mucho tiempo,
sin tocarnos,
nos tiene presente como
la primera vez que nos vio...
Un amigo no puede nunca
demorarse, porque
siempre es tiempo para
demostrarle a su
hermano del alma,
que está para ayudarle.
Benditos son los que poseen
tantos amigos, como
capacidad de amar tienen,
benditos y felices
de los corazones que saben
que hay amigos a montones
que acudirán a él
en momentos en que el ser
no sabe cómo soportar
y parece desfallecer...
A un amigo nunca se le
hace tarde, para acudir
al corazón del hermano
que sufre en su dolor...
Se le unirán tantos corazones
como los que hagan falta
para fortificar su alma,
para que pueda salir
del precipicio de la nada,
para que pueda seguir
viviendo, con las heridas
protegidas y curadas
por sus fieles camaradas
que no lo van a abandonar
en ningún campo de batalla...
La lucha es larga,
siempre con un lema inalterable
estarán presentes allí...
en donde haga falta...
hoy por ti, mañana por mí...
Autoría Raquel Norma Smerkin Roitman
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