jueves, 24 de febrero de 2011

Una bengala...

Una bengala se insertó
en el pecho,
dejó clavado su fuego intenso,
¡Cuánto dolor se siente
cuando nuestro corazón
es blanco de tan penosa suerte!

El alma murió
tan sólo por un momento,
de luto se vistió
para así, poder asistir
a su propio entierro...

Acuciantes sinsabores que
todo lo destrozan,
en su vorágine loca,
y a los sentimientos escarba
la bengala que con su fuego,
encuentra en el incendio
un espíritu frágil y expuesto...

Ella, flecha de calcinante fuerza,
tuvo piedad en su carrera,
dejó de perforar al ser,
y así  fue como el alma
se pudo levantar de su sepulcro
para volver a nacer...

Siempre habrá una tregua de paz
que amanse al destino,
cuando este se ensañe en su camino...
siempre habrá un lugar para respirar,
sin el humo de crematorios
con olor a pálida sangre...

Siempre habrá un lugar afortunado
en donde poder descansar las penas,
en donde poder encontrar felicidad,
para inhalar y exhalar con toda
nuestra real potencia,
un purificado aire...

Una bengala furtiva,
al alma le causa una cruenta herida,
alma que busca trascender
a la impiedad, a las injusticias,
parece morirse de a poco, pero
nunca del todo,
porque nadie se muere de amor,
así de ese modo...

Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman



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