sábado, 12 de febrero de 2011

O R F A N A T O


Un viaje largo
para encontrarse
con mandatos extraños,
con tan sólo tres
pequeñitos años...
Una de esas rabietas
que sólo conoce
el que sufre
y lo dejan
en manos de 
desconocidos cuidados,
desaforado y gritando...
Por las noches
buscando por los pasillos
del orfanato,
migajas de amor
que iban faltando...
Qué del dolor que queda
como un cuchillo
atravesando las venas
y las convierte en
soledad sempiterna...
Un sábado si...
un sábado no...
los vestiditos de paseo
los sábados no,
morían de tristeza
en el ropero...
Orfanato que maltrata
que mira sin consideración
como se va achicando
de angustia el corazón...
Niños lilmitados
a recibir tan sólo
órdenes y retos,
niños limitados
a esperar salir
del orfanato
para entrar a la vida,
para sentir el amor...
Dormir en tensión
con los ojos cerrados
por la obligación,
sensación de abandono
y el alma que se ahoga
en un interminable pozo
de desolación...
Orfanatos en los que
no crece ni una planta
ni una flor,
sólo tierra árida
y a los pájaros
no se les escucha la voz...
Orfanato, remedio ingrato
para los que no piensan
que el alma sufre, se seca,
entre sus rejas...
Sólo el que lo vivió, sabe
que ante las circunstancias
de la vida,
para un niño,
es la peor solución.
Mientras que el adulto se alivia,
en forma transitoria,
no se podrá borrar de la memoria
lo que dentro de  él  se sufrió...
No vale de nada,
la mejor educación,
Inglés, piano, guitarra, música...
si no la acompaña el amor...

Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman

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