jueves, 17 de febrero de 2011

No necesito esa prueba...

No te personifico...
eres la esencia madre,
la que todo lo sustenta,
porque eres el sustrato,
piel, espíritu, cuerpo,
hecha abstracta presencia,
de la vida misma...
del amor explícito...
ante todas nuestras miradas;
la del alma, la del corazón,
la de la razón, la de la experiencia,
la de la eterna esperanza...
No necesito tu aparición,
no busco la prueba porfiada
que urge verte nítidamente...
Tan sólo con relajar mi alma,
y entregarme a tu amor divino,
me basta...
Eres la misma magia, el mismo secreto,
la vida misma, la muerte anunciada...
Eres el creador del tiempo,
el constructor del espacio,
el que construyó la moral humana
como el mejor arquitecto...
Mil vientos me podrán soplar la cara,
en un desafío eterno,
mil sueños podrán morir en el alba,
para matar mis sentimientos,
mil injusticias crecerán en la maleza
de las traiciones envilecidas,
firme estaré esperando
que tu aire sublime siga reinando
para que nunca surjan las respuestas
de verdades inventadas,
de conocimientos dudosos,
porque hay algo más, hay algo
que se oculta tras partículas
de sol, agua y viento.
Gran emoción siento al percibir
que surgiste vestido de vida,
desde el fondo del máximo misterio,
como voy a cuestionar
por las apariencias, cual débiles pruebas,
esta extraordinaria evidencia,
que me hace amarte por sobre todo,
que me hace saber que eres
la base, espíritu y modo
en que todo se manifiesta...
No necesito esa prueba
que me demuestre
que eres la magia de las magias,
el primer secreto, de todos los secretos,
la esencia madre de sus hijos esenciales,
el motor de la primer caricia
que le hizo el mundo a las eternidades...
Qué otra prueba más puedo esperar...
tan sólo vivirte en vida,
y mucho más allá...
No profeso ninguna creencia,
tan sólo soy testigo de tu sortilegio
encantador, de tu gran fuerza y amor...

Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman


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