Si tu boca se abriera
para entregar tu ingesta
de amor y paz,
a los que del hambre
esperan saciar su ser.
Si tu mirada fuera
fuego en antorcha firme
que iluminara sin cesar
los rincones que por
olvidados destinos,
son sublimes campos
minados de abandónico dolor.
Si de tu vientre salieran
los nacimientos divinos,
para llenar al mundo
de sanidad y ahuyentar el rencor.
Si se partiera tu corazón
en millones de porciones,
y ofrendaras tus venas
tu sangre y tu gran energía,
para revivir a este mundo
en una gran transfusión.
Todavía no es el momento
ya lo sé, lo hemos conversado
en las noches en que la luna
y las estrellas, muestran
su excesivo cansancio,
ya te he visto preparar
tu poder solícito, pero
prudentemente esperas,
porque la prudencia es
la mayor virtud,
que en tu alma se revela...
Sé que llegarás a tiempo
para donar tu inmenso cariño,
sé que hay un aire que
no se ve, pero se siente,
un aire que espera de ti...
hasta el más agnóstico aguarda,
la acción de gracia que
agrande nuestros ancestrales nidos,
sé que nos observas prudentemente,
sé que no está todo perdido...
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