Y la inquietud de los jueves,
y la interna conmoción,
y nuestros nervios
al alcance de las fauces
del amor...
No tuvimos más remedio
que amarnos,
ya era tarde para evitarlo,
quedamos atrapados
en la cárcel más hermosa
como dos prisioneros
profundamente enamorados.
Y las corridas a la confitería,
las citas de las tardes apuradas,
y el cuarto con la luz
casi apagada,
y los temores, y los silencios.
No había ni aire, ni palabras,
ya era tarde para dar
una vuelta más,
para aclarar o borronear
los sentimientos
que en nuestra calesita giraban.
No tuvimos más remedio que amarnos
con todas las fuerzas
como el amor lo demanda,
y sin arrepentimientos,
porque es el corazón el que manda.
No tuvimos más remedio que amarnos,
y volver a parirnos en besos,
volver a sentir como llegaban
a este mundo,
nuevamente nuestras almas
por el amor renovadas...
No tuvimos más remedio que amarnos...
La cura la teníanos en nuestros brazos,
y nuestros cuerpos apretados
sabían de nuestros encuentros,
en el mundo de los enamorados...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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