sábado, 12 de febrero de 2011

Los eternos románticos


No queremos el florero
ni su ramo, ni lucirla
como un cuadro
junto a un piano,
queremos tan sólo
tener la flor,
guardada en el corazón.
No necesitamos que algo
nos sea de utilidad
para añorarlo,
tan sólo con amarlo
nos conformamos.
Nos aliamos en poz
de sentimientos profundos,
los eternos románticos,
vamos en contra del oleaje,
pero seguimos en
nuestra nave de esperanza,
por el mar de aguas enamoradas.
Los eternos románticos
no queremos explicaciones
claras, que den cuenta
de la inexistencia del alma,
los eternos románticos
tan sólo ambicionamos
no perder la ilusión
ni la calma, ante
tanto torbellino
de desolación.
Nos cuesta aceptar
que la fantasía, que los sueños
van quedando atrás.
Los eternos románticos
padecemos de una crónica nostalgia,
sufrimos los dolores de las flores,
vivimos en la ensoñación
de una añorada y armónica felicidad.
Abrazamos a la naturaleza
en su total belleza,
porque queremos en ella penetrar
como un paisaje más,
y reconocernos como parte de ella.
Los eternos románticos
vemos como se llevan
nuestros valores tan preciados,
como la espiritualidad,
se lo llevan,
aquellos que manejan los mercados
de los sentimientos
y la sensibilidad.
No queremos la hipocresía,
ni las mentiras frías,
ni los manejos extraños,
ni el menosprecio a
los valores humanos.
Queremos que siempre prevalezca
por sobre todas las cosas
la inmensa riqueza
que el alma sabe atesorar.
Que no se pierda jamás la emoción
que producen unas dulces palabras,
que permanezca siempre
por sobre todo el amor...

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