jueves, 14 de abril de 2011

La tarde me habla...


Desde el balcón de la alegría,
mientras se adormece el sol,
perdiendo su fulgor,
la tarde me habla,
va nombrándome
de a una,
esas palabras que guarda
como prisionera, en
un código de amor...
La tarde me habla
de circos furtivos,
de arenas cálidas,
de sauces llorones,
de escuela primaria,
de juegos a montones...
La tarde, parece cómplice
de recuerdos lejanos,
porque era igual
a las otras tardes
de encendidas hogueras,
de inventados rituales...
La tarde me habla
de la farolera,
de la rayuela,
de la ruleta,
del mago sin magia,
del mundo que crean
los duendes y hadas...
La tarde no quiere terminar,
quiere perpetuarse
y que la noche,
se mande a mudar...
Pero esta tarde parlanchina
sabe de todo mucho,
pero mucho más,
sabe que todo se desprende
de una ley natural...
La tarde sensitiva,
amorosa y cautiva,
de hechizante esencia,
es más tarde que otras tardes
por su aroma a flor silvestre,
por su inmejorable presencia...
La tarde me habla
sin tiempos ni espacios,
tarde abstracta,
fresca y lozana,
en donde los sueños
se hacían conocer,
luego que sonaba
alocadamente,
una campana mágica...
Cuantos equilibristas
de la vida,
cuantos gigantes
acaudalados,
cuantos reyes,
cuantos príncipes errantes,
cuantos absurdos necesarios...
La tarde me habla de un mundo
descripto por los ángeles,
cuantas cosas hermosas
tiene para decirme la tarde...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman

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