a ciencia cierta,
cuanto fue el tiempo
que estuvimos abrazados,
ni cuantos espacios
nuestras almas
con sus suspiros lánguidos
fueron ocupando...
No sabremos nunca
traducir los sentimientos
en un lenguaje clásico,
el amor no tiene
traducción,
el amor no tiene tiempo,
ni tampoco ocupa espacios.
No habrá más que la lengua
que con su esencia
lo alimenta.
Su cuerpo es etéreo,
su lugar es incierto,
su tiempo es el que marca
la emoción del encuentro.
El amor no tiene traducción,
ni tiempo, ni espacio,
déjate llevar por el
a su mundo mágico.
No sigas buscándolo,
no trates de ubicarlo,
ni entender su lenguaje,
tan sólo hazlo entrar
a tu alma,
tan sólo siéntelo...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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