los pasajes de mi vida,
tu callado hombro
paciente en su espera,
recibió mis lágrimas,
que quemaban,
estaban calientes
de llevar en sí,
tantas primaveras...
Hoy lloré las perlas
ocultas de la agonía,
dejé que salieran
y se deslizaran
por tu camisa...
Vi cómo se desprendían
de muy adentro,
sin permiso salieron
a robarle tiempo al tiempo,
y tu hombro quieto,
sereno, conteniendo
esas lágrimas mías...
Hoy dejé que
mi llanto, eligiera
el lugar propicio,
ese tierno lugar
que nunca niega,
que siempre está,
hoy tu hombro fue
ese bendito sitio
que dejó que mis
lágrimas tuvieran,
su final...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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