sobre la fuente del miedo,
miro fijamente y observo
como se esparcen sus aguas,
calientes, por mi pecho...
Miedo, eres
como un punto diminuto,
que se proyecta
por distintos ángulos
de mi interno mundo...
Miedo eres aquel producto
que resulta
de mi ser vivo para
el insólito futuro,
y mi ser muerto seguro.
Miedo, entre lo negado
y lo afirmado,
entre lo resuelto e
irresoluto,
entre lo carente y
lo sobrante...
Miedo, siempre,
bajo cualquier prisma,
bajo cualquier perspectiva,
eres mi verdugo infaltable...
Cuando cansada medito
sobre la fuente del miedo,
se pierde mi mirada divagante,
llega hasta lo más profundo,
de lo que puedo y
lo que no puedo...
Esa es la carga que traes
en tu andar vacilante...
Yo se de tu idiosincrácia,
se de tu origen humano,
si te niego y te desafío
irracionalmente,
soy de la vida un ser temerario...
Miedo, me pides que te maneje
con maestría,
que de tu presencia haga
un término medio, una
equilibrada filosofía,
pero me vences, con ese rostro
al que nunca puedo decir
que realmente conozco,
porque tienes mil caras...
Una de ellas me habla
con madurez sabia,
me susurra al oido:
que no arreisgue en vano la vida,
que no me deje embaucar
por su estar allí, que siempre
a mi valentía, paraliza...
Miedo, haste mi amigo,
que quiero beber
sin temor de tu fuente
tus matices y coloridos...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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