hay que saber salir de
esas pequeñas muertes
de las que tu ser
se afana por seguir.
Para vivir
hay que acompañar
con nuestro espíritu
lleno de etérea vida
el resurgir del dolor
y renacer entre
las risas.
Para vivir
hay que saber perder
lo que ganamos ayer,
y saber ganar
sin olvidar que
lo que tenemos
no es lo que somos,
y que en cada logro
y en cada pérdida
nacemos y morimos
un poco.
Para vivir
a cada trozo de vida,
hay que saberlo morir
en su justa medida.
En cada resignación
hay una muerte solapada,
en cada perdón
que nace del corazón
hay una vida develada.
Saber vivir es saber morir
aceptar la dualidad
de vida y muerte constante,
aceptar que el estar vivo
es siempre superarse
de una muerte anunciada,
para seguir siendo
un ser en el devenir.
Para saber vivir
esta carrera
de existir y no existir
hay que cuidarse el alma
de una abrupta muerte,
porque si ella muere
de nuestro ser
no quedará
absolutamente nada...
Ya no habrá
ese juego prematuro
y urgente
que refleja la vida y la muerte.
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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