a través de logros materiales,
desde muy niña
me di cuenta que las cosas
son como parches
que tan sólo remiendan
momentos vanales...
Ese vacío existencial
que es la incompletud,
la infelicidad,
que rodea al temor
que causa la nada,
no se lo puede llenar
con ningún objeto
que se pueda ver y tocar...
Son los afectos,
los verdaderos sentimientos,
el sentido de nuestra vida,
nuestros deseos, ilusiones
y sueños continuos
los que le dan cuerpo,
a ese vacío que se sacia
desde adentro...
Nada exterior puede vestir
de felicidad nuestras horas,
tan sólo el mundo interior
que construimos
nos hará llegar a hacer sentir,
que podemos ser felices,
y disfrutar de lo que somos
y vivimos...
Y si alguna vez, fui feliz
por algún objeto que conseguí,
su duración fue tan efímera,
la prueba fue tan contundente,
que no volví a poner
mis ilusiones de ser feliz,
más que en mí,
tan sólo en mí...
Luego que vengan galopando
miles de cosas,
luego que se acerquen
todo tipo de aconteceres,
se pueden saborear
por siempre
si desde dentro,
emerge auténticamente,
la bien llamada y ponderada
felicidad,
porque de lo profundo nos crece
con su raíz firme y presente...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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