miércoles, 6 de abril de 2011

El idioma del poder y de la fuerza...

Cuando tu palabra y mi palabra
sean un hecho fecundado
en el amor,
y formemos con su ejercicio,
un diálogo, un consenso,
para detener de las guerras,
las consecuencias
de la destrucción y el dolor.
Seremos soldados de la paz,
su uso tendrá la forma
de la armonía,
de la justicia,
en pos de la convivencia
y la equidad.
Las armas más privilegiadas,
las armas más usadas,
no son las palabras,
se recurren a otras armas
que son muy caras y nocivas
para toda la humanidad.
Se despliega sin mediar
ningún razonamiento,
livianamente, una guerra,
y como si se ignoraran su
efectos devastadores
al ponerlas en práctica,
se aplican como forma
de comunicación,
arrasan con los habitantes
de una inocente población.
Pareciera imposible
por esta vía hablada,
llegar a acuerdos congruentes,
y sin presionar con el poder,
a los más débiles,
los más potentes.
Es que hay tantos rencores,
tantas ambiciones encubiertas
que tan sólo con la
agresión armada
se llega a contestar una reyerta.
Por cada duda oculta, se da
un estallido nuclear,
por cada pregunta no formulada,
una inminente guerra,
no existe entre naciones,
más que el idioma de la fuerza.
Hay muchas vidas que esperan
otras formas de solución:
Mientras... los niños juegan
entre escombros dolorosos,
y sus corazones tiemblan...
Mientras... ellos miran
hacia el horizonte
enturbiado por las bombas,
y siente muy fuerte
en sus intuitivas mentes,
 la incertidumbre
de las horas...
Mientras... ellos aguardan
esas palabras que prometan
que este mundo se asemeje
a la tierra prometida,
un mundo menos loco e  inseguro,
en donde no sea tan riesgoso
conservar la vida...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman




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