en el alma,
que ni los vientos
ni las distancias
podrán aliviar mi dolor...
Como me cuesta
escribir esta carta,
que más que carta
es una confesión...
Se tiñe el papel
de algunas lágrimas
a medida que escribo
cosas tan mías,
cosas tan profundas
que ni a mí misma
me las digo...
Se marchitan los pétalos
de mi flor agrietada,
se desploma el viento
sobre mi ser herido,
y me envuelve el
total desconcierto,
porque el sufrimiento
quería ser negado,
pero al fin
me venció...
¡Cómo es que tanto cariño
se puede trocar en vacío!
Como me cuesta
escribir estas líneas
que son una misiva
de amor y desamor...
A veces la vida
nos enfrenta a situaciones
jamás queridas,
pero nos gana el descontrol
de las emociones,
arrinconando nuestras partes sanas
para exponerlas al temor,
a la traición...
Esta carta larga como mi pena
que desde aquí te saluda,
desde este tonto orgullo
que no afloja su perdón,
de este enojo mío y tuyo
que derrotó al amor...
Como me cuesta
terminar esta carta,
ni las letras me acompañan,
el papel se revela
y en sus versos, me delata
débil, sensible e ingrata,
porque no pude
exponer mi corazón...
Encerré mi espíritu
en un castillo altivo,
sin culpa ni comprensión,
en mi dolor de sentirme
estafada en los afectos,
produje mucho más sinsabor...
Cómo me cuesta
terminar esta carta,
hubiera preferido,
ni siquiera empezarla,
ni siquiera plasmar en ella
estas letras
de lastimeros recuerdos,
de mezquindades,
de sueños muertos,
de mucho, pero mucho dolor...
Mi alma tiene pendiente
un afecto perdido
entre la niñez prematura
y una máquina de coser
con sus alfileres
para realizar la costura...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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