viernes, 18 de marzo de 2011

Me introduje en tu absoluto...


Me introduje en tu absoluto,
me dejé llevar por tu influjo,
hasta hacer de tu mundo y
mi mundo... uno...

En una misma luz nos confundimos,
perdimos la memoria,
aquella que nos señalaba
el lugar exacto
de donde vinimos...

Mis palabras y tus palabras,
se transformaron en
una sola enunciación,
una sola lengua hablaba,
era la lengua que
nos saboreaba lentamente,
era la gran lengua del amor...

El paladar de ambos se diluyó
entre los plácidos sentidos
del espíritu,
porque era un sólo paladar
el que degustaba
nuestras almas,
era el único y nutritivo
 paladar del amor...

Exquisita experiencia la nuestra,
la de perdernos, para luego,
renovados y extasiados,
volver a nuestro mítico encuentro...

 Sublime experiencia,
que nos invita, que nos arrastra
a dejarnos llevar por lo inefable,
aquello que sin fuego arde,
aquello que envuelve al corazón.


Corazón vulnerable pero exento
de miedos,
que atraviesa todos los espacios
y tiempos,
corazón al que lo esperan
mundos imperceptibles e inimaginables.

Un alma inmensamente bella,
un alma fibrosa necesita urgente
llenarse de estos eternos sentimientos,
volvamos a tu absoluto,
y mediante este influjo
alimentemos al alma del amor
que de nuestro amor, está sedienta...


Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman


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