pero no ese temor burdo
de los ruidos desconocidos
de las noches...
mi temor atravesaba
todas las angustias,
paralizaba los cielos
con sus premonitorios
temblores,
espanto me causaba
ser cómplice de la muerte
de las flores.
Temor de estar siendo
la figura de lo imposible,
como una mancha difusa
en el horizonte...
temor a ser una nada ilusionada
temor de ser testigo involuntaria
del derrumbe piramidal
de los avatares de la historia...
Tuve temor...
y no se comparaba
con el miedo sordo de los niños
ni con el desabrigo de las aves,
ni con el rugir de los abismos...
Era un temor helado,
por momentos tibio,
se desplazaba oscilante
como la marea,
era el temor que se movía
cual víbora que serpentea...
Mi mente tan limitada,
desesperada trataba de atraparlo,
mi corazón en soledad
ante el augurio,
acongojado se cerraba...
Era el temor a todos los tiempos,
era el temor a todos los espacios,
Se lo veía venir desde lejos
amontonando vientos
para despertar a las montañas...
Caía el agua de los ríos
como incesantes cataratas,
y una voz cruel como un graznido
a los animales los llamaba,
ellos corrían por los campos
despavoridos,
sin ver como se destruían
por sus pisadas,
todas las plantas...
Luego la insóita sequía...
luego el impiadoso sol
que fuerte calentaba...
"Luego" se quedó en suspenso...
ya no existía el tiempo...
Tuve temor, temor de aquellos
que te dan los sueños,
sabios mensajeros encubiertos
que trasmite el universo...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
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