El señor de los mandatos
un buen día,
teniendo yo pocos años,
arrebató mi inconciente,
despojándome de mi
contenido individual...
¡fue un momento fatal!
Era muy niña,
me desesperaba
por recupèrar mi alma,
fue así que aprendí
a caminar vacía y
desolada...
Con un alma desértica,
con la fibra de mi ser
reseca...
busqué y busqué...
Recurrí a las almas
de todos,
un poco de cada una,
me llevé...
No, si no fue un robo,
fue la forma de crecer
con mi propia armadura...
Hoy revelo este hallazgo
en cada verso que hago,
hoy trasluzco en mis poemas
ese inconciente colectivo
que me regaló el universo
y del cual mi corazón está inmerso...
Siento que soy
de alguna manera,
todos dentro mío,
y así lo trasmito...
No pudieron vaciarme,
no pudieron anularme,
recuperé mi esencia,
aquella que no acepta
mandatos foráneos...
Mis arquetipos son los tuyos,
trascienden nuestra voluntad,
y a mi mi basta con ellos,
yo los uso para sentirme unida,
a cada alma que ilumino,
a cada alma que me ilumina.
Con un canto múltiple y profundo
despliego mis alas
hacia este mundo,
y contigo, mi eterno amigo
quiero volar...
Me quisieron anular,
por rebelde, me quisieron dañar,
tan sólo lograron que yo lleve
muy dentro, con orgullo
y mucho, pero mucho amor..
el canto mío que es el canto
de toda la humanidad...
Jamás será una carga,
al contrario me aliviana,
construyo mi nervadura
día a día con tu sabiduría,
Mil gracias doy a la armonía
que se pronuncia en mi canto,
mil gracias por estar
unidos a mi inconciente colectivo
que tiene mucho para dar...
Esto es amor... puro amor...
y nada más...
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